Se pasa el índice varias veces. Parece que quisiera borrar un rastro de hormigas, ese hilo de pensamientos negros que le ha cruzado la frente. Se mira la mano abierta y guarda dos monedas en el bolsillo. Tose un poco, quizá para disimular sus lágrimas. Sólo es un poco de alergia, diría si alguien le pidiera alguna explicación. Pero nadie se la pide. El hombre de las hormigas espera sentado junto a la marquesina que le grita al oído "No tenemos sueños baratos".