Editorial Pamiela, 2017
112 páginas, 12 euros
Primero lo malo y ya me lo quito: No me gusta la portada, confunde, parece una libreta. Espera, Bono, ¿no será ese el propósito ya que se trata de un diario? Por ahí se va a librar. Sin embargo el interior es precioso, acogedor a dos tintas, la fuente perfecta, el tamaño perfecto. La vida debería suceder en Garamond.
Reconozco: Me daba miedo leer otro libro de Eduardo Laporte, pensaba que me gustaría menos que La luz de noviembre, por la tarde (donde narraba la enfermedad y muerte de su padre/su madre con serenidad, sin victimismos) y no quería que me pasara eso, quería que me gustara.
Lo leo del tirón con una sonrisa permanente, doblando esquinas para volver a ellas. "Joder, qué bien escribe" he dicho en alto. También he mascullado como si rezara un "No volveré a mentir ni a exagerar". Supongo que es el efecto de los buenos libros. El mismo que me produjo El peso del mundo de Handke, un libro al que vuelvo como si fuese de arena porque, sin cambiar una palabra, siempre es otro y me inspira.
Otro temor: ¿¡No serán estados de Facebook!? ¿No le habrá contaminado esa palabrería hueca?, ¿ese afán de parecer ingenioso que todo el mundo gasta? No y mil veces no (quitando una caca de mosca y, como él mismo reconoce: "Notas sueltas que uno se resiste a tirar", tíralas, porfa). Y me pregunto, ¿de dónde este miedo cavernario que nos empuja de dejar huella?, ¿desde plasmar nuestra mano en la oscuridad de una cueva a pintarrajear iniciales en los cristales del metro?
Eduardo Laporte sigue escribiendo con esa/su elegancia natural. Ni siquiera cuando usa términos que en boca/dedos/teclas de otros/as resultarían afectadas a él le sientan bien. Y sigue siendo honesto, y eso es muy difícil.
Y pienso: ¿Un diario sin fechas no es en realidad una novela encubierta cuyo protagonista es el propio autor, y los personajes secundarios los amigos que entran y salen de la historia? ¿Estos Diarios no podrían ser una historia de amor, una carta de amor a R (¿quién será R?), una explicación de porqués, porcuántos, por qué te quiero/quise tanto, pero me fui?
En fin, estos Diarios (2015-2016) me han dejado en modo-Gusiluz, con las dendritas encendidas. No hay nada mejor que leer un libro y decir: ¡Era esto!, y de repente te pones a escribir sin ningún esfuerzo.
Gracias, Laporte, muchas gracias.