Me gustan los poemas (breves y certeros, dolorosos e irónicos) de Itzíar Mínguez. También me gusta cómo los lee. No sé si la contundencia entiende de puntos cardinales, pero cuando la oigo quiero ser del norte.
Siempre he querido (en secreto) que sus poemas fueran más largos, saber más, que el corazón no se me quedara bailando entre los pulmones. Qué importantes los pulmones en la buena poesía.
También he querido una novela suya (ahora leo en la solapa que no soy la única). Quizá los que saben llamarán a este libro "obra de madurez". Yo siempre la he visto igual de madura, si acaso, en este, la imagino quitándose el boli verde que le ata el pelo y respirando profundamente antes de ponerse a escribir.
Creo que Idea intuitiva de un cuerpo geométrico (Ed. La última puerta a la izquierda, 2018) es su mejor libro. Y ya quiero más.