"En este texto que publicaba ayer domingo Guillermo Busutil hablaba de la miseria ética de las clases dirigentes y políticas, de cómo ciertas palabras y los conceptos e ideas que representaban han pasado a ser cáscaras sin carne ni compromiso y de qué hacer ante el panorama de miseria y precariedad que se atisba en el horizonte detrás del baile de las mascarillas.
Y tras pintar el panorama nos recuerda que una poeta y amiga muy querida acaba de sacar nuevo libro de poemas donde la palabra tiene valor y dignidad. Se trata de Isabel Pérez Montalbán y su libro Vikinga. Yo del libro en concreto no les puedo decir nada porque aún no lo he leído, aunque sí la mayor parte de su poesía, un arte mayor de estar en el mundo desde la pérdida, la búsqueda, la cicatriz y la honestidad de l@s abadonad@s.
A Isa la conozco desde hace ya casi treinta años. Entonces la llamábamos La Pepunto porque su Pérez lo apocopaba para que se le viese más el Montalbán en sus firmas periodísticas y literarias. Una forma de coquetería e inseguridad juvenil que se dejó en el camino. El talento, la brillantez, el rigor y el respeto con el que Isabel ha hecho todo en la vida rara vez se ha correspondido con el aprecio y reconocimiento de sus semejantes y colegas de gremio.
En realidad a Isabel nadie le ha regalado nada extra nunca. Más bien le han birlado o intentado retrasar lo mucho que le correspondía. Un poeta, más allá de sus cualidades formales y habilidades rítmicas sólo tiene dos cosas que contarnos. Eso sí, menudas cosas: lo que ha vivido y lo que ha aprendido de ello. Lo demás es orquesta de acompañamiento.
Isabel es poeta por necesidad y supervivencia. Poeta de hacerse preguntas y desnudar su humanidad y desamparo de una manera en la que era incapaz en la vida real. Y eso le llevó a ejercer una poesía llena de verdades que no le gustaba demasiado recordar a mi generación en sus años jóvenes donde todo debía de parecer lo suficientemente melancólico y distanciado como para hacerse soportable. La poesía de Isabel era tan impecable y estremecedora como incómoda por lo que nos interpelaba. He hablado con ella y con much@s compañer@s el enigma de por qué esta persona amable y honrada y excepcional poeta no tenía más premios que otr@s atesoran por la milésima parte del pellizco y verdad que guarda la obra de Isabel.
Yo tengo mi particular teoría. Y tiene que ver mucho con la mezquindad ajena y gremial y tan fieramente humana de quienes se sienten avergonzad@s en el fondo. La poesía, ya lo decía Bécquer, existirá siempre, aun a falta de poetas para hablar en su nombre. Pero es que ha habido much@s poetas vendiendo sucedáneo y poniéndose en el lugar del Misterio al que deberían servir. Que no se moleste nadie porque yo no soy nadie tampoco para repartir carnés de vate o vatisa o coronas de laurel. Tal como yo lo entiendo, el/la poeta es sólo un canal para lo sagrado y mistérico. Y eso exige una enorme altura moral además de oficio. Y no siempre tenemos la dignidad a la altura de nuestras plumas.
Estoy deseando leer Vikinga porque me promete batalla. Con su voz de flautilla en la vida real, Isa es de armas tomar cuando escribe. Ahí su voz tiene cicatrices y edad, es ronca e implacable con quienes no están dispuest@s a comprometerse. Imagino que tiempo por venir, el tiempo que está a punto de estallar como los residuos nucleares que se ocultan en volcanes dormidos, necesita voces como la de Isabel para que les despierten y guíen.
Ella también tiene que dar un paso al frente y no tener miedo de ser canal, como siempre ha sido. Las placas en los parnasillos no valdrán nada mañana en los rastros. Las canciones que un día te fueron reveladas en la voz de una vikinga futura que no recuerda si tu apellido llevaba punto o Pérez, en cambio, son el tesoro y la maravilla del misteriode la Poesía.
Porque lo que venga, si podemos verlo, habrá que mirarlo a los ojos, al fondo, de manera fiera, sin apartar la vista de la gorgona. Como quien mira a una mujer que fue abandonada y perdió a su gente pero que sobre sus heridas renació y creó luego otra estirpe. Y nos trajo entonces sus canciones e historias para recrear el mundo.
Bienvenida, Vikinga. Te estábamos esperando."
Héctor Márquez