Veamos: Que un ultraderechista insulte y abofetee a alguien (aunque ese alguien sea una mujer) no me llama la atención ni lo más mínimo (la noticia sería que un hombre mordiera a un perro y no al revés). Lo que me asombra, asquea y escandaliza profundamente (hasta el punto de llegar a pensar que cada pueblo tiene los políticos que merece) es la pasividad de los demás políticos que estaban en esa mesa. Podría seguir escribiendo, hablando de la Grecia Antigua y de cómo hemos llegado hasta esto, pero no puedo. A lo mejor es verdad que uno se queda de piedra cuando presencia algo así.