Haciendo limpieza de archivos he encontrado esta crónica que escribí en 1999, de una lectura de 1995 en el Onda-Passadena. Hace poco en el Trifásico, añorábamos aquella pasión, aquellos llenazos. Qué bien está guardar las cosas para no olvidar que realmente sucedieron. Paco, va por ti.
Y DE AQUELLOS AÑOS VERDES SÓLO QUEDA UN LEVE AROMA
Eso decía Javier Bergia sin hablar de lo mismo que yo hablo. Y es que ni él, poeta visionario, podía imaginar que.
Corría mayo del 95, y en Málaga reinaba el PSOE. No es que aquí, en la Capital del Sur de Europa, fuéramos los más modernos -¿o sí?-, pero al menos lo aparentábamos. ¡Ay de aquellos festivales de teatro sueco -en sueco- que nadie comprendía! ¡Ay de aquellos festivales de danza contemporánea con efebos en pelotapicá, dando saltos en el escenario! ¡Ay de aquellas lecturas de poemas donde el aire se podía cortar con una motosierra!
Por mayo, era por mayo, cuando aprieta la calor, que Francisco Cumpián (poeta, editor, impresor, librero y titán malagueño), presentaba un libro de fandangos y nos invitó a leer. Se excusó, lo primero, por no haber podido llevar a ningún cantaor, pero en ese momento le quita el micrófono Jesús Tenllado y se pone a cantar, Diego Medina mediante haciéndole palmas.
Como puede verse, había mucho público poeta de todas las corrientes inimaginables.
Después de los fandangos comenzó la lectura en orden riguroso -el de la invitación-, así que comencé yo. Andrés Gómez Miranda leyó un poema largo, combativo, y aquí empieza la fiesta. Termina, mira al público y dice: "Y quiero decir que todos los que vayáis a votar al PP este domingo -era viernes-, sepáis que por culpa de gente como vosotros comenzó una guerra".
Una ¿señora? del público, le empieza a gritar: "¡Hijo de puta! ¡Sí, tú! ¡Hijo de puta!". Y Cumpián cada vez más pálido.
Rafael Inglada, Chantal Maillard, Jesús Aguado, Cumpián y María Navarro, rompieron un poco el hielo con sus poemas dóciles, y todo volvió a la normalidad (más o menos, pues el público seguía bebiendo y calentándose).
Isabel P. Montalbán apareció -tan guapa como de costumbre- disfrazada de Nancy: vestidito rosa y tacones blancos. El ¿respetable? empieza a gritar: "¡Guapa! ¡Rubia! ¡Tía buena!"
Aurora Luque, Rafael Zayas (que no aparece), María Eloy-García, Jacinto Pariente (que dio las gracias por todo a todo el que pudo), José Carlos Cómitre, Javier Espinosa, Francisco Fortuny (que recitó sin papeles), y otra vez a la normalidad dentro de un límite.
Se abre la puerta del Onda-Passadena (porque si no lo he dicho, la lectura era allí) a la vez que sale a leer Daniel Verge. Entran Francisco Parra y otro más con pinta de ecologista-losverdes-amnistíainternacional-pinkfloid, y sin mirar siquiera al estrado grita: "¡Mariconadas! ¡Todo esto mariconadas y nada más que mariconadas!"
Verge da las gracias. La ¿señora? se ríe con lo de "mariconadas", pero al oír el final del poema de Verge que dice algo así como que a dios le va a meter no sé qué por el culo, se levanta y empieza a gritar: "¡Valiente mierda los poetas malagueños! ¡Vaya imagen estáis dando! ¡Hijos de puta! ¡Qué pena me dais, mamones!"
Cumpián, debía de estar haciéndose el sepuku en el WC a estas alturas.
Diego Medina sale a leer como los toritos salen a la plaza y, aunque todavía están gritando por un lado los de las mariconadas, por otro la ¿señora?, Diego lee un poema a voz en grito que termina diciendo "hasta los huevos".
El público tirado por el suelo de la risa. Inglada agarrado del brazo de Inés María Guzmán -que aguantó la lectura completa, con dignidad- se troncha.
Tenllado sale a leer bajo la advertencia de que no cante más por favor, pobre Cumpián, que le va a dar algo. Y como estaba el horno para bollos, Tenllado mira a Javier La Beira y dice: "Quiero darle las gracias a La Beira, por tener la culpa de que yo siga siendo poeta inédito".
A Javier se le cae la cerveza de la risa y mancha al Pinkfloid (que afortunadamente no se percata). Pero un grito sale de la multitud: José Leandro Ayllón suelta un momento la cadera de su novia para gritar: "¡Resentío!"
Ayllón advierte que no va a ser pesado y sólo va a leer dos poemas de dos versos cada uno. Como si no lo conociéramos: leyó cuatro y además los explicó, así que tardó igual (eso sí, los poemas fueron lo mejor de la noche). Para uno de ellos -dijo que era un brindis- pidió -con esa excusa- un tubo de cerveza por la cara. Bueno es.
Para acabar, y cuando casi todos se habían olvidado de la advertencia de Gómez Miranda, Ayllón nos recuerda: "Y estoy de acuerdo con Andrés: uno de los placeres más grandes de la vida es darse el gustazo de no votar al PP el domingo".
Otra vez: "¡Me cago en los poetas malagueños hijos de puta!", bla, bla, bla...
Aunque los gritos de la ¿señora? no dejaban oír nada, Cumpián dice que va a leer un poema de Manuel Salinas, a lo que Parra y su amigo Pinkfloid gritan: "¡Eso, eso, que salga a leer Pedro Salinas!"
Cumpián dijo que en el año 70, Franco los metió en la cárcel al día siguiente de sacar una revista en Madrid que se llamaba "Bayoneta". Y que se la pasaron escribiendo en una pizarra: "Vota, vota, pelota".
La ¿señora? seguía gritando a espaldas de Cumpián y en un momento de debilidad -la de Cumpián- le arrebata el micro. Forcejeos. Fortuny y Parra gritan: "¡Que la dejen hablar, que los de izquierdas somos demócratas!" A lo que Cumpián contesta: "¿Democracia? ¡Y una mierda!"
Acto seguido le arranca el micro de las manos a la ¿señora? y baja del estrado echando humos. Después nos contó que había dicho lo de "Bayoneta", porque el barbas que estaba con la ¿señora? era uno de los que habían estado con él en la cárcel. Por lo visto los sacó al día siguiente Rafael Pérez Estrada (eso, como dato histórico).
Para calmar los ánimos: música. Y al DJ no se le ocurre otra cosa que poner "La internacional". El público se pone a cantar a voz en grito. Con el puño en alto quien menos te lo esperas: Parra, sin ir más lejos.
Antonio Blanco, Gómez Miranda y otros poetas de facultad, hacían un corro saltando y gritando: "Fascista el que no vote" y "Viva la revolución de octubre".
Yo moría agotada -de la risa- en un escalón. Juan Maldonado abre la puerta se sienta conmigo (se bebe mi gintónic) y grita: "Viva el 18 de julio". Para compensar, dijo.
El domingo ganó el PP.
Los suecos no volvieron, los efebos saltarines tampoco. En cambio Rocío Jurado arrasó. El aire de modernidad se nos fue y nos quedamos desnudos como lo que éramos: la Capital del Norte de África (que bien está). Somos mu moros, ozú qué caló, cantaban aquellos visionarios, ¡ay!
Los cuadernos de poesía del Centro Cultural Generación del 27 diseñados por Oyarzábal, se convirtieron en folletos de parroquia con La Alcazaba de tapiz, y la colección Puerta del Mar, negra como alma de buen poeta que editaba Diputación, en tebeos azul cielo como alma de cántaro. Más ejemplos también hay.
Las lecturas desaparecieron. Nos trajeron literatos en chamarreta que hablaban de naranjos y últimos trenes más que perdidos. Tenllado se nos fue a Madrid, Ayllón a Sevilla, Pariente a Paquistán, Cómitre a la India. Verge no ha vuelto a escribir, ¡ay!
Estoy dramatizando -en castellano y vestida- supongo que lo saben (lo mío siempre fue el teatro y hacerme la sueca).
Después de cuatro correctos años sin pisar una lectura como aquella, PSOE vuelve a poner bandera (y banderillas) en Diputación.
¿Volverá Oyarzabal como un palimpsesto a rediseñar los cuadernos del 27? ¿Volverá Cumpián a organizar lecturas dos días antes de unas elecciones? ¿Volverá Tenllado de Madrid a cantarnos por Alegrías?
La vida no es larga ni corta, tan sólo creo que importa no perder el rumbo. Ahora habrá que ver, que nos reserva el futuro. Hace ya tantos años, que parece casi mentira, afortunadamente la vida también se toma su tiempo. ¿Qué hay de aquel amor que nos señaló? Y Javier Bergia, mirándome, responde: Aún te queda alguna peca.