(mascarilla homologada marca acme) |
Juan, el jardinero, trabajando en cosas que no le tocan como desinfectar los buzones. Los dos nos alegramos de vernos, se nos nota. Le pregunto por su padre (tiene la edad del mío). Todo en orden. Y trabajo no le falta, así que me alegró mucho más. Después de cinco minutos arreglando el mundo se pone a llover y me subo la capucha. Hasta la próxima.
¿Dónde vas caperucita? Al supermercado El jamón, que son de Lepe y así apoyo a la economía andaluza. Pasé pasé, dice el lobo vestido de policía. ¿Qué hay, guapa? Me saluda una chica risueña que jamás me había visto antes. La alegría ha vuelto. Qué maravilla el ser humano, qué capacidad de adaptación y qué fila más ordenada para pagar. Naranjas, tomates, patatas, una lechuga y un puerro enorme. Tomate natural triturado, esta lata de alcachofas (por probar) y una botella de fino (por si acaso). ¿Qué hay, niña?, dice la cajera (que podría ser mi hija) mientras pasa (pib pib) mi compra, e imagino su sonrisa mientras clava en mis pupilas su mascarilla azul. Me entran ganas de cantar.
Consigo llegar a casa sin tocar nada por el camino. Abro puertas con los codos, pulso con la punta de la llave, y al llegar a casa me doy cuenta de que no me bajé la capucha en el súper. Nada, ya soy la loca del barrio. Me lavo las manos y de paso las llaves. Llamo a mi madre (su voz cantarina habitual). Mi padre quiere ponerse (¿un virus llamado milagro?). Lleva unos días con bronquitis, aerosoles, sin dormir. El médico lo llamó y le recetó un antibiótico. A la tercera toma resucitó. ¡Albricias! (me sale decirle). Papá, es la primera vez en 55 años que te oigo decir "Estoy bien". Pero (como no) ahora tiene otro problema. No tiene pulso para afeitarse (yo lo afeitaba cada domingo; jabón y brocha, por supuesto). Le digo que como esto va para largo, se deje las barbas y así en navidad ya tenemos Papá Nöel (no parece que se ría). Parecerás el abuelito de Heidi (tampoco). No quiere que vaya a verlo bajo ningún concepto, recalca, pero que le compre por Amazon una afeitadora eléctrica. Papá, bienvenido al siglo 21. Y sin pensármelo dos veces le digo: Papá, te quiero mucho.