Cada vez que nos creemos los más tolerantes, los más modernos, los más guays, aparece alguien que nos gana. Esta vez llega desde la Edad del Cobre, nada menos. Acabo de leer que unos antropólogos acaban de descubrir en un barrio de Praga al primer transexual de la historia.
Me maravilla que aquella sociedad respetara de tal modo la tendencia sexual de cada uno como para amortajarlo de manera que cuando llegara a otra hipotética vida se le recibiera como lo que era en ésta. La historia no es mi fuerte, pero me parece que después de la Edad del Cobre vino la Edad de Cobrar. Cobrar por no ser como otros te decían que tenías que ser y cambiar a los demás a la fuerza, amparando todo ese miedo y esa cobardía en las palabras de algún dios.
Me maravilla que a pesar de todo hayamos llegado hasta aquí, el siglo 21, más o menos en pie.
Eso sí, que tiemble Alaska porque lo de ser icono gay me da que se le ha acabado.