(Viñeta publicada por Caín en La razón, 29 noviembre 2013) |
Lees en una valla publicitaria la palabra Refugio y piensas, Refugio. Después nada, a tu alrededor sólo cuerpos tristes en posición de espera, a que llegue su parada a que abran la puerta a que afuera no haga frío. Y piensas, ¿Los pensamientos son un refugio?
Mi madre en una cama enorme, y yo le daba consuelo comparándole la vida con una ensalada, y mi hermana se había convertido en una bola de jugar a los bolos, redonda y pesada, y a pesar de ser una bola tenía manos y tiraba cerillas a una manta que había en un sillón, y yo le gritaba que podía provocar un incendio. Y piensas, ¿Los sueños son un refugio?
Noches agotadoras luchando contra fantasmas de carne y hueso.
No me dejes hablar más, quise decir. Pero abres un libro y todo sucede con la naturalidad con la que se deslizan las nubes. Llega el orden, llega algo parecido a la paz que deben sentir los osos cuando duermen en invierno. Y piensas, Los libros son un refugio.