la pasión según san cumpián


¿A qué llamamos pasión? Pienso en el fragor del rojo, en un aullido, en la confusión del amor, de la fiebre. Alguien grita, alguien arde. Sin embargo, Stendhal dijo que las pasiones no se ven como se ven los incendios. Parece que estuviera pensando en Paco Cumpián. Porque Cumpián no hace ruido, habla poco, pesa poco, se desliza serio por las aceras bajo un sombrero con sus silenciosas alpargatas. ¿Alguien, alguna vez, lo ha visto reír a carcajadas?

¿A qué llamamos pasión? Hogaza de mi pan, agua que corres, jinete cabalgando, cebra sola. Un poema sigiloso que envuelve y arrastra en todos y cada uno de sus 321 versos. El poema definitivo que todo poeta querría que se le apareciera al menos una vez en la vida, en forma de paloma o cebra o hija con un mapa, y nos hablara y nos acompañara un poco. Definitivo sí, conforme nunca "si uno está conforme mala cosa", dice Cumpián.

¿A qué llamamos pasión? Pienso en un santo, pienso en Simeón el estilita, pienso en Job. No sé por qué, pero cuando digo pacocumpián pienso en un santo. No es fácil seguir escribiendo y editando poesía, después de tantos años. No es fácil conservar el tesón y la paciencia (y la vista) para seguir colocando tipo tras tipo cabeza abajo, como San Pedro, para sacar una hoja impresa dolorosamente hermosa. La calidez de lo humano, la calidez de la imperfección, contra el frío de las virtuosas máquinas.

San Kurt Vonnegut del Perpetuo Asombro dijo que lo que nos atrae de una obra maestra es ese déficit al que podríamos llamar personalidad o incluso dolor. Parece que estuviera pensando en los libros de "Árbol de poe". Los libros, esos objetos preciosos que nunca desaparecerán mientras no desaparezca el ser humano y haya un sólo ser sobrehumano, un santo como Francisco Cumpián, que siga amándolos apasionadamente.


[Eso escribí en enero de 2013, cuando me dio por canonizar en la revista MDUC. Hoy, 16 de mayo de 2025, Cumpián nos dejó. Decía "Ya no se fabrican letras". Tampoco se fabrican hombres tan elegantemente libres como él.]

por los clavos de chet


Recuerdo perfectamente la madrugada del 13 de mayo de 1988, en la que Chet Baker cayó por una ventana, porque yo dormía aproximadamente a 2.468 kms del Prins Hendrik Hotel en un colchón inflable que alguien me había prestado. De madrugada oí un golpe. El que pronto sería mi suegro se había abierto la cabeza con un estante lleno de libros. Los del servicio de urgencias estaban ocupados con asuntos más graves, así que lo curamos en el cuarto de baño

 Amsterdam no es mal sitio para morir, pienso ahora. Pero, ¿quién puede desear morir en plena primavera cuando todo rezuma vida, cuando los vencejos destronan a los murciélagos y la luz alarga la mano para acariciarnos la espalda? Supongo que vivía, como todos, en un dulce y casi sensato almost blue intermitente.

Los del servicio de urgencias encontraron a Baker en la acera con un clavo en la mano. El clavo que sostenía el pasante que cerraba la ventana de la 210. Motivos para querer morir tenemos todos, pero me da que aquella noche él sólo tenía frío. O calor, en mayo nunca se sabe. También encontraron drogas en su sangre casi azul, nada nuevo.

Si alguien hubiese analizado mis bolsillos habría encontrado una flor diminuta arrancada de un seto de los juzgados de Cádiz y un anillo hecho con semillas de algarroba. Mi madre dijo que un traje de chaqueta blanco habría sido más adecuado para la ocasión, pero yo opté por un vestido con caída.

Recuerdo perfectamente la madrugada en la que Chet Baker cayó por aquella ventana porque todas las camas de la casa estaban ocupadas por familiares. Dormir, dormí poco. Por la mañana me pinté los labios de rojo y me casé, nada nuevo nada prestado nada azul. Vestida de negro como para el más exquisito de los funerales.

itinerar, de david lozano mena


Hoy, jueves 8 de marzo a las 19.00h en la librería Áncora de Málaga, tendrá lugar la presentación del poemario Itinerar, de David Lozano Mena.

El autor conversará con Antonio López Cañestro, poeta y editor.

Creo que si todas y todos nos concienciáramos de que somos itinerantes al mundo le iría mejor. David lo sabe contar muy bien.