(nada como las sombras móviles) |
Sigo preguntando a los amigos qué van echando de menos. Laporte, que hasta los 21 días seguía sin echar de menos nada, a los 28 respondió que andar con pasos largos. A los 42, correr. Estoy convencida de que a los 56 me dirá, ¡volar!
Mi evolución favorita, por ser la más humana, es la de Salvatore: responsabilidad ajena, ver a los amigos, todo y nada, nada y la normalidad.
Hasta los más ficus, como se autodenomina Perkins, a los 28 días echó de menos bajar a por el periódico. Villagrasa y yo seguimos en la misma casilla, sin echar de menos nada, y reconocemos que nos va a costar volver a la velocidad y el ruido de antes.