hojarasca del sr. valmiki de francisco javier casado y lidia litrán

Malagueñas, malagueños, que leéis/escribís poemas y vais a lecturas: hoy, incomprensiblemente, os habéis perdido la presentación de un libro divino y excéntrico y ajeno a cualquier moda. Penitencia os pondría. En fin, aquí dejo las palabras que nos acompañaron. Devoción total por el Valmiki.

que me gustan los raros, no es nuevo
(de gente gris vamos sobrados)

pero qué maravilla encontrar a dos personas
de aspecto muynormal
padres de familia, incluso
que guardan bajo la lengua
manojitos de púas de erizos de mar
y, cuando nadie los ve, los van clavando a poquitos
en los ojos de quienes los miran
(ya sean ojos de aguja o de avestruces)

si nunca sé qué decir sobre libros/poetas
en este caso debería colocarme una escafandra de buzo
subirme a un caballo hueco
y dejar que hablaran ellos o su endiablado mundo

rozando cada ilustración con los dedos de mirar
pienso en qué posibilidad había
de que estos dos seres
de otra galaxia/universo/agujero negro
se encontraran

y no los imagino tristes, al contrario
gozosos en cada colibrí que ensartan
para adornar con guirnaldas la cuna de su hijo

ningún niño puede partir
huesos de cerezas con los dientes
dice el poema "caza de hadas"

no lo digáis dos veces
no lo digáis muy alto
porque de vuestro niño espero maravillas
genética feroz, enjambre de dendritas
que brillan en el patio del colegio

después de hundirme en estas arenas movedizas
y aparecer aquí, ni sana ni salva,
sólo puedo decir que este libro no se parece a nada
sólo a ellos
(será que leo poco?)

(Librería Luces de Málaga, el 23 de febrero de 2018)

mamá, quiero ser laporte

Eduardo Laporte
Diarios (2015-2016)
Editorial Pamiela, 2017
112 páginas, 12 euros

Primero lo malo y ya me lo quito: No me gusta la portada, confunde, parece una libreta. Espera, Bono, ¿no será ese el propósito ya que se trata de un diario? Por ahí se va a librar. Sin embargo el interior es precioso, acogedor a dos tintas, la fuente perfecta, el tamaño perfecto. La vida debería suceder en Garamond.

Reconozco: Me daba miedo leer otro libro de Eduardo Laporte, pensaba que me gustaría menos que La luz de noviembre, por la tarde (donde narraba la enfermedad y muerte de su padre/su madre con serenidad, sin victimismos) y no quería que me pasara eso, quería que me gustara.

Lo leo del tirón con una sonrisa permanente, doblando esquinas para volver a ellas. "Joder, qué bien escribe" he dicho en alto. También he mascullado como si rezara un "No volveré a mentir ni a exagerar". Supongo que es el efecto de los buenos libros. El mismo que me produjo El peso del mundo de Handke, un libro al que vuelvo como si fuese de arena porque, sin cambiar una palabra, siempre es otro y me inspira.

Otro temor: ¿¡No serán estados de Facebook!? ¿No le habrá contaminado esa palabrería hueca?, ¿ese afán de parecer ingenioso que todo el mundo gasta? No y mil veces no (quitando una caca de mosca y, como él mismo reconoce: "Notas sueltas que uno se resiste a tirar", tíralas, porfa). Y me pregunto, ¿de dónde este miedo cavernario que nos empuja de dejar huella?, ¿desde plasmar nuestra mano en la oscuridad de una cueva a pintarrajear iniciales en los cristales del metro?

Eduardo Laporte sigue escribiendo con esa/su elegancia natural. Ni siquiera cuando usa términos que en boca/dedos/teclas de otros/as resultarían afectadas a él le sientan bien. Y sigue siendo honesto, y eso es muy difícil.

Y pienso: ¿Un diario sin fechas no es en realidad una novela encubierta cuyo protagonista es el propio autor, y los personajes secundarios los amigos que entran y salen de la historia? ¿Estos Diarios no podrían ser una historia de amor, una carta de amor a R (¿quién será R?), una explicación de porqués, porcuántos, por qué te quiero/quise tanto, pero me fui?

En fin, estos Diarios (2015-2016) me han dejado en modo-Gusiluz, con las dendritas encendidas. No hay nada mejor que leer un libro y decir: ¡Era esto!, y de repente te pones a escribir sin ningún esfuerzo.

Gracias, Laporte, muchas gracias.

mar de iroise de diego medina

como si el mar prometiera, pienso al abrir el libro

y como si se hubiera prometido algo
él también, diego
escribe este libro dedicado a su padre
no creo que hubiera promesas
no creo que hubiera palabras/recomendación alguna
por parte de diego medina (padre) para su hijo

igual que dejaba libros, como quien no quiere la cosa
en la estantería del cuarto de baño
fue dejando vocación/actitud
qué inteligente, ¿no?

y diego, que ha heredado eso y más
esa mirada casi orgullosa en la foto
el casi orgullo que nos da el dolor
(condecoración que preferiríamos no lucir)
escribe desde los pulmones
con aire / sin aire
este mar de iroise
(que bien podría haberse llamado rebote en iroise)

debo arrancarme esa piel
que ya dejó de ser mi compañera
dice, como si se hubiera hecho hombre de repente
la tiniebla de ser hombre, dice
aquel niño que aguantaba a los amigos de su padre
aquel niño que no escapaba a jugar con otros niños
aquel niño curioso que absorbía no sólo el humo
y ahora deja caer la piel impregnada
y camina dejando sus propias huellas
en este cruel paseo
en el que andar de espaldas a la vida

diego medina (padre) sabía que ni hay plano del tesoro
ni los sueños se pueden dejar en herencia
monedas de chocolate que descompone el verano
la soledad del verano
la soledad de las noches, el miedo
porque no todo fueron risas

sólo puedo decirte, si es que has llegado a pensarlo
que este libro no llega tarde
ahora sé que tu padre posaba
con gesto tremendamente orgulloso
vislumbrando estos poemas y todos los que vendrán

nunca tengas miedo, nunca te sientas solo
tu mundo está en el aire con el suyo
revuelto en el vientre de los pájaros

puedes dormir tranquilo
"bue bue bue"

(Estas palabras sirvieron de acompañamiento a la presentación de este precioso y emotivo libro en el Centro Cultural Maria Victoria Atencia de Málaga, el 2 de febrero de 2018)