si munich resplandecía, nosotros más (ea)

Ayer se presentó Munich resplandecía (Frato Editorial, 2020) de Javier la Beira, en el hotel Molina-Lario.

(Portada de Juan Carlos Mestre)

Lo más raro, no tocarnos. Me cuesta, reconozco, no abrazar.

Javier quiso que lo acompañara y escribí algunas palabras para no irme por las ramas. Estas fueron:

"Algo así como un acompañamiento a JLB para Munich resplandecía
(Hotel Molina-Lario. Málaga 16 julio 2020)

Cuando Javier me propuso que lo acompañara esta tarde, pensé: El mundo al revés. ¿Qué voy a decir yo de Javier? Cuando no tengo algo demasiado claro voy al origen. El origen en este caso es una de mis múltiples libretas donde apunto y pego cosas importantes. No es un diario, vendría a ser una memoria. En esta libreta, que va de 1987 a 2003, leo: "Marzo. Dice Rafael Inglada que Javier La Beira me está buscando. ¿Quién es Javier La Beira? ¿Para qué me busca?".

Pues me buscaba para proponerme participar en unas jornadas de "Poetas de poesía inédita". JLB, resultó ser un joven pizpireto, con denso pelo negro zaíno rizado, que trabajaba en el Centro Cultural Generación del 27. El centro estaba en San Agustín. Y allí me planté, dispuesta a darle calabazas.

Al entrar, vi al fondo a José Ignacio Díaz Pardo emboscado y enfrascado en la lectura del periódico (del día anterior). A pesar de que Javier me resultó familiar y comenzáramos a hablar como si nos conociéramos de toda la vida, yo seguía sin querer leer en público. Pero, como diría Juan Carlos Mestre (o el mismísimo Pérez Estrada), apareció su ángel custodio, Emilio Blanco, con toda la dulzura azul de sus ojos para convencerme. Y me convencieron.

Eso pasó en marzo de 1991. Han pasado 29 años. Y aquí estamos. El pelo nos luce a medias, pero las palabras nos lucen más que nunca.

Para mí, que sólo era capaz de escribir poemas mínimos, Javier era un ejemplo de todoterreno. Publicaba poemas en revistas, tenía un libro de poemas Luces de Heráclito en preciosa edición de Ángel Caffarena. Escribía relatos (algunos recogidos en 2002 bajo el título Las estaciones del abandono en nuestra querida "Colección Monosabio"). Escribía columnas de opinión (las más entrañables salvadas en su libro La mar de escritos). Un ensayo sobre los sonetos de Lorca, la edición de Rodrigo Caro y desde hace un par de años las ediciones del Diario de José María Souvirón (la próxima en este 2020).

Creo que empecé a escribir "bien" prosa cuando empezó a corregir mis novelas (las de entonces). Él también estaba escribiendo una (¿qué fue de ella?), y hasta intentamos componer una a cuatro manos.
Hemos viajado juntos (a Lisboa, a Madrid, Sevilla y Granada a leer poemas y, ¡hasta a Campillos!, para hacer unas fotos para un libro de José María Hinojosa). Pero lo último que esperaba de él era un libro de viajes porque, se suponía, que a Javier no le gustaba viajar.

Así que ahora comienzan las preguntas:
¿Qué golpe en la cabeza te diste para que empezaras a viajar compulsivamente y dónde se ha quedado tu terror a volar? Estamos en ascuas."

Javier contestó pacientemente a todas mis preguntas. Una de ellas era cómo había aparecido Frato en su vida porque Javier es la última persona a la que imagino buscando editorial. Amistad, bien hacer y como caídos del cielo.

El libro es exquisito, impecable, una colección bellísima que rezuma sensibilidad. Les deseo todo un buen futuro por delante. A los editores, Conrado Herraiz y Pepe Atencia, no hay más que verlos en esta foto:

(Herraiz + Atencia + unos veranos más = Frato Editorial)

Un escritor no debe aburrir (dos, menos). Esa es la única premisa, lo demás saldrá o no. Creo que lo conseguimos.

No os perdáis este libro que también es todoterreno, como Javier. Podéis leerlo por puro placer,  lo podéis llevar a Munich como guía de viaje y hasta aprender algunos detalles históricos.

Agradezco a Javier la Beira la confianza que siempre ha depositado en mí y la confianza que me ha dado, desde aquel marzo de 1991, para empujarme a seguir escribiendo.

Lo dejo aquí, que no quiero echarme a llorar y electrocutarme con el teclado.

rafael pérez estrada, forever

Qué bonito que a uno lo recuerden así.

https://www.youtube.com/watch?v=x-_ezHeXaZg&fbclid=IwAR2eq9GbjRoMfiawDAf5Fa6SaDi51Zo2VmfChWLAjjDTNtrsDcd7uOkl_xw

isabel pérez montalbán, por héctor márquez

"En este texto que publicaba ayer domingo Guillermo Busutil hablaba de la miseria ética de las clases dirigentes y políticas, de cómo ciertas palabras y los conceptos e ideas que representaban han pasado a ser cáscaras sin carne ni compromiso y de qué hacer ante el panorama de miseria y precariedad que se atisba en el horizonte detrás del baile de las mascarillas.

Y tras pintar el panorama nos recuerda que una poeta y amiga muy querida acaba de sacar nuevo libro de poemas donde la palabra tiene valor y dignidad. Se trata de Isabel Pérez Montalbán y su libro Vikinga. Yo del libro en concreto no les puedo decir nada porque aún no lo he leído, aunque sí la mayor parte de su poesía, un arte mayor de estar en el mundo desde la pérdida, la búsqueda, la cicatriz y la honestidad de l@s abadonad@s.

A Isa la conozco desde hace ya casi treinta años. Entonces la llamábamos La Pepunto porque su Pérez lo apocopaba para que se le viese más el Montalbán en sus firmas periodísticas y literarias. Una forma de coquetería e inseguridad juvenil que se dejó en el camino. El talento, la brillantez, el rigor y el respeto con el que Isabel ha hecho todo en la vida rara vez se ha correspondido con el aprecio y reconocimiento de sus semejantes y colegas de gremio.

En realidad a Isabel nadie le ha regalado nada extra nunca. Más bien le han birlado o intentado retrasar lo mucho que le correspondía. Un poeta, más allá de sus cualidades formales y habilidades rítmicas sólo tiene dos cosas que contarnos. Eso sí, menudas cosas: lo que ha vivido y lo que ha aprendido de ello. Lo demás es orquesta de acompañamiento.

Isabel es poeta por necesidad y supervivencia. Poeta de hacerse preguntas y desnudar su humanidad y desamparo de una manera en la que era incapaz en la vida real. Y eso le llevó a ejercer una poesía llena de verdades que no le gustaba demasiado recordar a mi generación en sus años jóvenes donde todo debía de parecer lo suficientemente melancólico y distanciado como para hacerse soportable. La poesía de Isabel era tan impecable y estremecedora como incómoda por lo que nos interpelaba. He hablado con ella y con much@s compañer@s el enigma de por qué esta persona amable y honrada y excepcional poeta no tenía más premios que otr@s atesoran por la milésima parte del pellizco y verdad que guarda la obra de Isabel.

Yo tengo mi particular teoría. Y tiene que ver mucho con la mezquindad ajena y gremial y tan fieramente humana de quienes se sienten avergonzad@s en el fondo. La poesía, ya lo decía Bécquer, existirá siempre, aun a falta de poetas para hablar en su nombre. Pero es que ha habido much@s poetas vendiendo sucedáneo y poniéndose en el lugar del Misterio al que deberían servir. Que no se moleste nadie porque yo no soy nadie tampoco para repartir carnés de vate o vatisa o coronas de laurel. Tal como yo lo entiendo, el/la poeta es sólo un canal para lo sagrado y mistérico. Y eso exige una enorme altura moral además de oficio. Y no siempre tenemos la dignidad a la altura de nuestras plumas.

Estoy deseando leer Vikinga porque me promete batalla. Con su voz de flautilla en la vida real, Isa es de armas tomar cuando escribe. Ahí su voz tiene cicatrices y edad, es ronca e implacable con quienes no están dispuest@s a comprometerse. Imagino que tiempo por venir, el tiempo que está a punto de estallar como los residuos nucleares que se ocultan en volcanes dormidos, necesita voces como la de Isabel para que les despierten y guíen.

Ella también tiene que dar un paso al frente y no tener miedo de ser canal, como siempre ha sido. Las placas en los parnasillos no valdrán nada mañana en los rastros. Las canciones que un día te fueron reveladas en la voz de una vikinga futura que no recuerda si tu apellido llevaba punto o Pérez, en cambio, son el tesoro y la maravilla del misteriode la Poesía. Porque lo que venga, si podemos verlo, habrá que mirarlo a los ojos, al fondo, de manera fiera, sin apartar la vista de la gorgona. Como quien mira a una mujer que fue abandonada y perdió a su gente pero que sobre sus heridas renació y creó luego otra estirpe. Y nos trajo entonces sus canciones e historias para recrear el mundo.

Bienvenida, Vikinga. Te estábamos esperando."

Héctor Márquez

un mail-crítica a "diario del asco", por begoña abad

Me gusta el olor a las higueras
y una bufanda en azules que me tejiste.
Me gusta verte alzar vuelos surrealistas
por las páginas en blanco.
Me gusta adivinarte en algunas rarezas
y contagiarme contigo de ellas.
Me gusta saber que andas subida
a algún pájaro extraño
pero que a mí me parece tan normal.
Me gusta la física, la cuántica
y la Patafísica, ambas, por eso me gustas tú.
Me gusta desaparecer y diluirme.
Me gusta saber que todo cambia y que todo pasa.
Me gusta hacerme la sueca y ser apátrida.
No me gusta contagiarme de miedos.
Me gustaría contarte que tengo un nieto
 que se llama Micaela, que yo me llamo Mateo,
aunque aún tengo algunas hojas verdes en primavera,
que juntos tenemos eco y que él busca mis frutos,
es el único ser que los encuentra.
Y que no me gusta sentirte lejos,
por eso tu libro está cerca.
No me gustan los ganadores reflectantes,
fosforitos, superlativos, por eso me gustas tú.