la luz también se ríe

(hay otras tapias, pero están en esta)
No es de ahora. Desde enero duermo mal. En realidad desde siempre. Dejé de beber vino tinto porque me hacía el mismo efecto que el café. Sobre las tres me despierto, voy al baño, voy a la cocina, bebo agua, enciendo la luz del extractor y me quedo unos minutos mirando la vitrocerámica. Es la luz que más me acompaña de toda la casa. El extractor y yo llevamos los mismos vatios entre los pulmones. Después voy a la puerta de la terraza, abro un poco la cortina y miro el cielo. Siempre espero tontamente ver alguna fugaz. Qué frías parecen las estrellas desde tan lejos. A veces apoyo la frente en el cristal para sentir ese frío. En Salitre, hace veinte años, encendía el ordenador y escribía poemas. Ya nunca escribo de noche, ya nunca escribo poemas.

Amanece. Una carcajada de luz llena la habitación. El bloque de enfrente se ilumina por unos segundos. Comienza el día.