cuando salgo de una librería
elijo, para volver a casa, el camino más largo,
también dejo el ascensor para otro momento
leer mientras se sube una escalera es muy peligroso,
aviso
"heridas causadas por tres rinocerontes"
me pareció un milagro,
era muy difícil contar lo que fernando sanmartín cuenta
sin caer en ñoñerías y autocompasión
siempre voy con retraso, ya lo he dicho
así que ahora llego a "hacia la tormenta"
(Ed. Xordica, 2005)
palabras como
apuntes desorden insatisfecho hallazgos
protección
sin prisa alguna
me resultan extremadamente familiares
no dejo de sonreír mientras camino
cada libro que llega a destiempo
me sacude
me sacude doblemente,
por el encuentro y por el tiempo perdido,
y mi porcentaje trágico me dice:
mira que si hubieras muerto sin llegar a leerlo
como si eso importara, después
pero sí importa
porque tengo la ilusión
de que me moriré más conforme,
podré decir:
bah, he visto el azul de los témpanos
bah, he leído a kafka
podré decir bah, si es que eso existe
"hacia la tormenta" es el antidiario
no hay fechas, no hay orden, sólo fragmentos
la generosidad de sanmartín descorre las cortinas
nos abre la ventana como haría un holandés
para que curioseemos su vida
y nada me alegra más
que encontrarme con el nacimiento de yorgos
al que ya conocía por "heridas...",
verlo nacer ahora, a destiempo
sabiendo su final feliz, su no final
de niño que sigue creciendo entre la nieve
y los erizos que custodian el estómago de su padre
es muy difícil contar así
como él dice, anillando un poco de literatura a lo cotidiano
porque, al final, lo que buscamos en un libro
es que ese libro hable de nosotros,
no de vampiros ni piezas de ajedrez,
que nos hablen de lo que no sabíamos de nosotros
o de eso que intuíamos y no sabíamos poner en palabras
es eso
sólo hay eso
no hay grandes gestas,
y si las hay no me interesan lo más mínimo
hay
lo cotidiano
la vida
y registrar esa vida
por gusto