poblet y todos los etcéteras

El escritor Fernando Poblet, murió el pasado 11 de junio. Mi amigo Jorge Laespada me envía este texto. Hemos entrado en una edad en la que no sólo se mueren los padres, también los maestros y hasta los amigos.

Fernando Poblet, escritor
Debo el conocer la voz de Fernando Poblet a mi amigo Javi Alonso. Al comienzo de los ochenta Javi (que trabajaba en el negocio familiar de fotografía) poseía una impresionante discoteca —cuando los estudiantes teníamos una ocho, diez vinilos como mucho— que compartió generosamente con mi hermano y conmigo. Fue como un hermano mayor, algo burlón y sensible y, claro, sé que tengo pendiente una acuarela sobre su alegre influencia en aquellos años. Era y sigue siendo muy entusiasta de la radio, un medio que a mí me encantaba ya que permite cierta libertad imaginativa y una completa libertad manual mientras la escuchas. Me habló un día de la Barraca, y de radio Tres y, ocasionalmente, empecé a escucharla. Pero cuando me pasó una cinta cassete con el programa inaugural de Tiempos Modernos (TM) me quedé anonadado. Había una selección de las colaboraciones más literarias, y aunque Matías Antolín destacaba con una prosa feroz y torrencial, Fernando Poblet Vega-Arango me cautivó por forma y fondo hasta el tuétano. TM era un programa pletórico con plumas para acojonar a la Parker: Javier Rioyo, Federico Volpini, Pedro Atienza, Jose Luis Moreno–Ruiz, Pedro Beltrán y alguno bellaco más que no recuerdo. Tengo grabadas algunas decenas de cassetes por mi cuenta de aquellos programas, de los coetáneos (Jack el Despertador), y de los posteriores (Tierra de Nadie, Pabellón de Insomnios, Víbora Enamorada, Dedicatorias, Rosa de Tanatorio y alguno más) que confío en digitalizar. Todo un elenco de bellacos cero en conducta que mostraban en sus textos caminos no trillados, perspectivas lúcidas, textos nada convencionales. Y entre todos destacaba Ferpo ("La radio se escucha porque Bayer aún no ha perfeccionado las grageas contra la soledad"). En el programa tenía una sección que acabó en libro, "Contra la modernidad". Otra deliciosa donde hablaba de crímenes y sucesos, siempre bajo la óptica de un cierto lirismo extremo "el mundo en blanco y negro" y que debió también acabar en negro sobre blanco. La tercera más efímera y propensa a sus chispazos y repentismos: "La Prensa hidraúlica" donde repasaba los titulares y las noticias de los medios procurando desmitificar las pomposas editoriales de El Pais, la caspa diamantina del abcé y las ínfulas sabiondas -nada como un periodista veterano para mostrarte los costurones zafios de los plumillas- de todos los demás; mientras, sonaba repetitivo, machacón, brutal "we will rock you" de Queen. Quiero mencionar también las dedicatorias que hizo en TM y en otros programas que eran una delicia y estaban más cerca de un poema con piraña sorpresa en su interior que de un artículo.

Para enamorarte de él sólo has de escucharle en unos cuantos programas de radio, para conocerle simplemente leer "Tú serás Baudelaire" su novela de noventa páginas publicada en el 1983.

La frase de Hebbel que abre el libro: "la corona de laurel se la lleva cualquier viento, la corona de espinas es inarrancable". Así, Fernando Poblet nos cuenta esa parte de la memoria que se confunde con la sangre porque los recuerdos son latidos y para poder ser narrados han de amalgamarse el dolor y la distancia. Detrás de sus evocaciones podréis ver, como en un fotograma de Kubrick, a alguien lejano que se aproxima hasta enseñarte que el juguete roto de su infancia es una trampa ineludible si has sido castigado con una sensibilidad extrema, esto es, incomunicable. Y quizá sólo se pueda hacer esto: construir un relato con la mermelada ácida de la memoria y esperar que te penetre como una enfermedad. Tras unos días de incubación florezca la sombra, la quietud y un nada extraño segundo latido en los barrios interiores.

Me gusta que me cuente la infancia triste e imperial que mis padres nunca me contaron. Y de esa memoria no contada brota la ficción, sin llegar a ocupar otro plano narrativo, sólo para quedarse pegada a los recuerdos, sólo para transformarlos, sólo para demostrarnos a los que sabemos que la memoria es el centro de todo que éso, todo, es ficción. Siempre es curioso ver a tu familia retratada por la prosa de otro. Póngase en vena una vez al año al menos.

He leído en un medio digital que –sorpresa– ya habia acabado la "continuación del Baudelaire", cuando la parca ha ido a poner un Koniek en su vida. En fin, veremos, ya que soy desconfiado de los papeles póstumos. A ver si hay suerte y la vieja pluma sigue con su doble filo, empapada en el curare del recuerdo crudo, buscando el corazón del lector. Gracias, maestro.